Los que se bañaban en la mayoría de los casos lo hacían en media barrica o bañera de madera. No se llenaba bastante, la mayor parte de los «baños» se efectuaban vertiendo una jarra de agua ardiente sobre el cuerpo en vez de una inmersión total.
Higiene actualizada heredada de la Edad Media
Con la llegada de la modernidad, la higiene medieval se desarrolló con enormes patrones como en la situacion de los Baños públicos, que , pese a las críticas de ciertos movimientos religiosos y el cierre de un número no repudiable de ellos (por temor a la propagación de anomalías de la salud, al mal visto ejercicio de la prostitución y, más que nada, a su caro cuidado en leña y agua), prosiguieron siendo usado activamente. Excelente ejemplo de esto sería el de Sebastián de Covarrubias en sus Bienes de la lengua castellana de 1611, donde da testimonio de la continuidad en la utilización de los baños públicos y privados.
En lo que se refiere a otros hábitos, la higiene medieval se transmite en escritos como el tratado del arcediano Juan de Toledo, médico de cabecera del rey Enrique el Enfermo, que se titula De sanitate corporis conservanda. Avance en el modernismo con proyectos como la de Juan Luis Vives llamada Diálogos: Lingua Latinae Exercitatio encuadrada en el protorrenacimiento hispánico y orientada hacia un hombre nuevo que debía imponer la atención personal en el campo privado, donde el pulimentado había de ser tanto físico como sé espiritual; aparte de contar esta obra con restos únicos de autores médicos viejos, como por poner un ejemplo en la situacion de Galeno.