El escudo de la fe es la armadura que Dios nos dió para defendernos de sus asaltos. Un escudo, así sea físico o espiritual, solo puede ser efectivo en el momento en que está en su rincón. Esto necesita un estado continuo de preparación y paciencia de nuestra parte.
«El escudo puede ser tan esencial para la victoria como la espada o la lanza.» La oración procede de Converses Darwin, entre las psiques mucho más refulgentes conocidas hasta hoy. Y si bien Converses Darwin se proclamó ateo en 1880, me atrevo a emplear su oración para relacionarla con lo que afirma la Biblia.
Darwin era de origen anglicano y deseaba ser sacerdote. No obstante, de a poco fue perdiendo la fe en su relación con John Herschel, con quien de a poco abandonó la fe a favor del solo razonamiento y era un ávido buscador de explicaciones para todo. En 1851, con la desaparición de su pequeña hija Annie, abandonó la iglesia y cedió. La explicación oficial de su ateísmo llegó por medio de una carta a su letrado, Francis McDermott, donde confirmaba: “Lamento informarles que no creo en la Biblia como revelación divina, ni en Jesucristo como Hijo de Dios. » «.
Lee la Palabra de Dios
«Tomad frente todo el escudo de la fe, con el que podáis apagar todos y cada uno de los dardos de fuego de los impíos.», Efesios 6:16
«Entonces sacando Sisac rey de Egipto subió a Jerusalén y tomó los bienes de la vivienda de Jehová y los bienes de la vivienda del rey, trayendo todo y tomando los escudos de oro que había hecho Salomón, y en vez de ellos el rey Roboam logró escudos de bronce y les dio los amos de la guarda de corps que guardaban la entrada de la vivienda real.” , 2 Crónicas 12:9-diez
¿De qué manera emplear el escudo de la fe?
El escudo de la fe deja al fiel todas y cada una de las flechas de fuego de la T para extinguir al demonio. Ninguna flecha maligna puede lograr la vida de quien porta el escudo de la fe; el poder de Dios y tiene una seguridad inexorable en sus promesas.
Como Satanás no escatima ocasión contra el pueblo de Dios, no hay un solo instante en que el fiel logre bajar los brazos y permitir que caiga el escudo de la fe. La fe viene por el oír la Palabra (Romanos diez:17), con lo que el fiel ha de estar lleno de la existencia de Dios en todo instante.