Según la ONU, España tiene 1.444.942 emigrantes, lo que piensa el 3,05% de la población de españa.
Al lado de Italia y Francia, España pertence a los países de la Unión Europea con mucho más extranjeros. En 2021, el número superó los 5,8 millones de habitantes extranjeros por vez primera. Comúnmente, el país ha acogido a una población inmigrante caracteristica de la región sudamericana, con particular atención a países como Colombia o Ecuador, tal como a otras zonas del conjunto de naciones europeo como Rumanía. Sin embargo, la cercanía territorial ha favorecido la llegada de inmigrantes africanos a España ahora finales de 2021 el censo lanzaba un total de 1.198.573.
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Rememorar y olvidar la inmigración
La emigración fué primordial de cara al desarrollo de España y, por contra, España es primordial para entender la identidad de relevancia fundamental del emigrante. Más allá de que es claro que la emigración es parte integral de la historia y la identidad del país, llama la atención la poca conciencia y el enorme olvido que hay sobre esto, singularmente entre los jóvenes. No obstante, si nos paramos un instante y observamos a lo que nos rodea, podemos encontrar varios ejemplos de la crónica de la emigración en nuestra arquitectura, arte, literatura, cine y música. Instantes vitales de la experiencia de la emigración, como la partida, la revisión del emigrante y la iniciativa del regreso -que aparece múltiples ocasiones aun antes de la partida- hallan expresión en varios ejemplos durante la geografía de españa. De esta forma, las despedidas, cargadas al unísono de promesa, indecisión y tristeza, quedan grabadas en monumentos de piedra y metal que pueblan varios sitios del norte peninsular y de Canarias como Negreira, Gijón, Vigo, Telde o Garachico. Estas esculturas de individuos que parten con sus maletas y de los que se quedan representan claramente los sentimientos plasmados por Rosalía de Castro en su célebre Adiós Ríos, Adiós Fontes: “¡Adiós, Gloria! ¡Adiós, feliz! / Me marcho de la vivienda donde nací / Me marcho del pueblo que conozco / ¡Por un planeta que no llegó! Estas despedidas asimismo fueron extensamente documentadas fotográficamente, como en las proyectos de Manuel Ferrol y Alberto Martí; y son personajes principales de museos y ficheros de la emigración como el Fichero de la Emigración de Galicia y la Fundación Fichero de Indianos-Museo de la Emigración de Colombres.
Tras la partida, otro instante simbólico de la emigración es la mirada atrás del emigrante que, inútil de romper con sus orígenes, lleva a cabo un lamentable sentimiento de melancolia. Antonio Molina nos transmitió este sentimiento en su icónica canción “Adiós a España”: “Adiós mi España hermosa / la tierra donde nací / … / aay, aay, aay / me voy a morir de pena / vivir tan lejos de ti” Esta iniciativa de melancolía está íntimamente relacionada a la imposibilidad de olvidar al emigrante, cuyo apego a sus orígenes configura su identidad, como expresa Juanito Valderrama en su conocida canción “El emigrante”: “Adiós, mi querida España, / en mi alma.” / Te llevo en mí, / si bien soy un emigrante / jamás en mi vida, / te podré olvidar.”