Expresión de sorpresa, mal o admiración.
Pues nada es realmente difícil para Dios (Lc. 1, 37)
No nos malinterpretéis. No preguntamos si se conoce o admite el llamado Credo de Nicea, cuya primera declaración citamos textualmente en el título; No cuestionamos si se da prioridad al Credo de los Apóstoles, que empieza con la oración «Creo en Dios Padre Todopoderoso», oa algún otro. El interrogante que ponemos el día de hoy encima de la mesa a fin de que el lector reflexione un tanto es si los cristianos de el día de hoy verdaderamente creen en un Dios que todo lo puede, un Dios todopoderoso, como se enseña en y en las Sagradas Escrituras encarna los distintos credos y credos históricos del cristianismo. . Hay bastantes fieles que hemos encontrado a lo largo de toda nuestra vida, ¡y proseguimos encontrándolos! – que no semejan tener esta iniciativa bastante clara. En determinados círculos evangélicos mayoritarios de este país y en sectas donde -para consternación de varios- hay un grosero desconocimiento de las enseñanzas bíblicas, son muchos recurrentes los llamados sermones y cultos de «reavivamiento», a los que se apela todo el tiempo, p. elegir a Cristo aun con expresiones físicas muy específicas (alzar la mano, ponerse enfrente de todos, pisar las gradas, etcétera.) la impresión de que quien no responde a este género de acercamiento, así sea por timidez natural, por cultura sentido del absurdo, o sencillamente pues halla absurdas todas y cada una estas campanas y silbatos, «rechazó el evangelio», como ciertos aseguran, «Dios deseó salvarlo, pero no ha podido». Estas áreas tienden a ser aquellas donde los mensajes obstinados son desperdiciado, conminando regularmente la pérdida de la salvación a cualquier persona que no guarde algunos preceptos, a fin de que el Dios que con arreglo al pueblo en Cristo redimido por la Escritura siempre y en todo momento semeja perder ánimas. , no logrando preservarlos, en tanto que todo es dependiente del esfuerzo de estos en ciertos porcentajes. Si a esto le sumamos el maniqueísmo latente (o no tan latente) de varios fieles contemporáneos, que en verdad profesan un dualismo claro y provocador: Dios, que es bueno, por una parte, y Satanás, que es malo, por otro. el otro, en el que Dios no en todos los casos consigue la mejor parte pues contamos el cuadro terminado. Expresiones como «Satanás se interpuso y también interfirió en toda la obra de Dios» o «No era la intención de Dios que esto sucediese, pero…» son una parte del lenguaje (o patois) de varios círculos cristianos.