Esto comienza una sucesión de listas de vocabulario que hallarás en varias zonas pero no en otras. Me refiero tanto en España como en distintas países de charla hispana.
La emocionante historia de los raqueros
El Monumento a los Raqueros rinde homenaje a los pequeños pobres que frecuentaban los muelles de Puerto Chaval en el siglo XIX y principios del XX. Estos tipos, populares como raqueros, se lanzaban al mar en pos de las monedas que los usuarios y pasajeros les lanzaban desde sus embarcaciones. La mayor parte de ellos eran huérfanos y se ganaban la vida con pequeños latrocinios y dándoles propinas por agarrar elementos lanzados al agua.
Fue el escritor cantabrio José María de Pereda quien salvó la crónica de estos pequeños en su conocida obra de 1864 “Situaciones Montañesas”. En él los describía de este modo: “El purasangre Raquero nace de todos modos en la calle Alta o calle de la Mar. Su historia es tan poco atrayente como la de algún otro ser, hasta el momento en que sabe correr como una ardilla: entonces deja su hogar materno y se dirige al Muelle de la Naos, y su nombre de pila por el alias descriptivo que le dan sus compañeros lo asegura. , alias que debe adoptar gracias a un punto prominente en su historia con los puños si resisten razonamientos lógicos. Lo mismo ocurrió con sus progenitores y los vecinos de sus progenitores. En estos distritos están todos y cada uno de los paganos, medidos por los beatos que llevan sus nombres.»
Concepto del término «pingo» en Santander
Concepto del término «pingo» en Santander
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Colombia es un territorio culturalmente diverso donde la jerga y el vocabulario difieren de una zona a otra, con la utilización de palabras, modismos y expresiones autóctonas de todas las ciudades correspondientes a los departamentos de este país.
Aquí tienes una recopilación de las mejores y mucho más habituales expresiones y expresiones cántabras.
Se emplea en el momento en que se toca la trompa o el trompo y al procurar llevarlo a cabo bailar o girar se arroja.
Verbo que se realizó habitual merced al payaso Tonetti, quien, interpretando sus reconocidas «Pescaderos», afirmaba: «¡Abajo, abajo, sardinas frescas!». Esta palabra desapareció con la prohibición de la venta callejera de pescado en 1960.
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