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¿Qué terminal es easyJet?

No hay duda de que lo económico frecuentemente puede salir carísimo con el tiempo.

Hay un peligro de volar con compañías aéreas de bajo coste y no me refiero al peligro físico (si bien en lo personal no me agradan) sino más bien al hecho de que son muy reluctantes a opinar que adquiriste un vuelo de un tener Buen precio y en el final pagas tal y como si volaras con Iberia.

Nápoles, un desastre

Nápoles tiene un encanto particular al que es bien difícil no ceder. Es verdad que no sería la localidad mucho más limpia de todo el mundo, pero una gran parte de su encanto radica en ese aparente caos. No posee precio deambular por sus calles saboreando un exquisito ‘cornetto’ de tempura de verduras o ‘pesce y también frutti di mare’ que puedes obtener en cualquier puesto callejero mientras que te deleitas en la calculada decrepitud. La visión de la bahía, con el omnipresente y ominoso Vesubio de fondo, es una parte de la idiosincrasia de una localidad que vive cada día, a sabiendas de que cualquier ocasión el dios Vulcano podría borrarla de la faz de la tierra. , lo que logró hace unos años. prácticamente 2 mil años con los desdichados pobladores de Herculano y Pompeya.

Nápoles es una localidad muy religiosa, como lo prueban sus varias iglesias y conventos y su pasión por crear belenes elaborados. Entre los primeros sitios a conocer es la Iglesia del Gesú Nuovo, una joya del Renacimiento-Barroco. o la de San Gennaro, patrón de Nápoles, donde tres ocasiones por año tiene rincón el milagro de la licuefacción de la sangre del santurrón. Tampoco se tienen la posibilidad de perder los mosaicos que adornan el patio del Convento de Santa Chiase, en el corazón del centro histórico. Un hermoso grupo cerámico, con fuertes reminiscencias de las producciones de los enormes profesores ceramistas valencianos y, indudablemente, fruto de una historia centenaria común a las dos zonas. Al final de cuenta, es imperdonable irse sin conocer antes la cima del poderoso volcán, cuya fértil ceniza alimenta los fragantes limoneros de los que se quita el limoncello, el licor preferido de la zona, pero que al unísono tiene el poder de eliminar todo cuanto ingerimos. sierra. Un destino mortal, cuya seguridad conocen los napolitanos, si bien no semeja jugar un papel esencial para ellos.

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