En la donación de órganos, la desaparición de un individuo puede representar la supervivencia de muchas otras, pero en el momento en que muere un donante, ¿de qué forma conservan los médicos sus órganos para el trasplante?
Lo cierto es que para ser donante de órganos, la persona ha de estar en un hospital, con un ventilador y tener una lesión neurológica grave, i. h muerte cerebral o muerte cardiaca. La desaparición cardiaca sucede en el momento en que el tolerante tiene un daño cerebral tan severo que jamás puede volver como estaba completamente. Por norma general, este daño puede perjudicar distintas unas partes del cerebro.
Donante fallecido
Puedes ser donante fallecido a cualquier edad, pero es esencial saber la causa de la desaparición y el historial del donante. Quedan excluidas la gente fallecidas por cáncer o algún desarrollo infeccioso, y la gente que sufran patologías de peligro biológico (por servirnos de un ejemplo, VIH, hepatitis B o hepatitis C).
Solo se puede ser donante cadáver si se ha producido muerte encefálica o asistolia, siendo considerablemente más recurrente la primera. La desaparición ha de ser certificada por tres médicos distintas, que paralelamente han de ser diferentes a los que intervienen en el trasplante. Hay una condición ineludible: el donante debe fallecer indudablemente en un hospital donde haya suficientes elementos libres para sostener artificialmente la ventilación y circulación pulmonar del donante hasta la extracción, con el objetivo de asegurar la oxigenación correcta de los órganos que se marchan a trasplantar a través de el lavado/perfusión de los órganos con seguridad. órganos La extracción unicamente se efectúa bajo esta condición (semejante a menos del 2% de todas y cada una de las muertes hospitalarias).
Requisitos para una donación tras la desaparición
A fin de que los órganos logren ser extraídos de un cadáver sin resistencia del difunto en vida, la desaparición debe existir ocurrido en un hospital.
Seguidamente, la causa de la desaparición debe existir sido una parada irreversible de la función cerebral o cardiorrespiratoria sin oportunidad de restauración. Solo así se puede sostener artificialmente el cuerpo desde el instante de la desaparición hasta el día de hoy de su traslado.