Hace 173 años se creó Punta Arenas, localidad de la provincia de Magallanes y de la Antártica Chilena, que antes de la apertura del Canal de Panamá se transformó en el puerto marítimo más esencial entre el Pacífico y el Atlántico [1].
La Patagonia se encuentra dentro de las zonas mucho más mentadas en los contenidos escritos geopolíticos sobre Argentina. Destacan la necesidad de hacer mas fuerte la presencia estatal y acrecentar la población en esta una parte del país, estando alarma frente a las amenazas de un planeta con creciente demanda de alimentos, energía y elementos naturales. La Patagonia asimismo es un punto candente por otras causas, incluyendo las reclamaciones de conjuntos indígenas, en ocasiones violentas, sobre el territorio y las discusiones diplomáticas con el Reino Unido sobre la soberanía de las Islas Malvinas.
Estos análisis tienden a poner poco énfasis en las cambiantes que determinan el destino de esta zona argentina. Comentan los inconvenientes, pero no abordan quirúrgicamente su origen y probables resoluciones.
Metas Católicas y Deportaciones de Pueblos Indígenas
En 1883 el Vaticano creó la Prefectura Apostólica de la Patagonia, cuya capital era Punta Arenas y fue encomendada a la Orden Salesiana. Los indígenas sobrevivientes fueron deportados a las metas establecidas en el territorio.
Fueron 2 las metas que establecieron los salesianos, una en Tierra del Fuego y otra en Isla Dawson, en territorio chileno. El Prefecto Apostólico llegó a un convenio con la primordial asociación ganadera de la zona. En este pacto se acordó que deportarían a las metas salesianas a los originarios que capturaran.
Tierra que recibe
Muchas personas ve a la Patagonia como un espacio de novedosas ocasiones. Gracias a esto, este territorio está compuesto en parte importante por personas que vienen de otros sitios. Más allá de que varios surgen de distintas ciudades de Argentina, en especial de las provincias del norte del país (Tucumán, Chaco, Brinca, Catamarca), asimismo hay una alta presencia de extranjeros.
De ahí que, D’Annibale resalta que entre los inconvenientes sociales mucho más complejos de su diócesis es la migración. “En la Patagonia, la migración es incesante. Antes de Chile, en este momento hay migración interna de nuestro norte, pero asimismo de Bolivia, Paraguay, Perú y países de Centroamérica”, detalla. Y con esto se reactivan otros inconvenientes relacionados como la trata de personas y la prostitución. “La Semana Santa pasada me impactó bastante algo que escuché de Francisco. Mencionó que el Mediterráneo es un mar insaciable que se traga gente… Deseaba llamarlo para mencionarle que la Patagonia desea ser un país abierto para recibirlo”, afirma el obispo. Y añade: “La mayor parte somos inmigrantes en la Patagonia. Salir de tu país para proceder a otro lado significa un cambio de cultura, de conocimiento del sitio, de adaptación a un tiempo, a un espacio, a las prácticas de la multitud. Por tal razón, el Ministerio de Migración trata de hallar espacios donde la gente logren localizar su religiosidad y proseguir con sus tradiciones de fe.”