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¿Cuál era el promedio de vida antes de Cristo?

De los 397 hombres viejos, 99 fallecieron ferozmente por asesinato, suicidio o en guerra. De los sobrantes 298 son los que fallecieron antes del cien a.C. nació. vivieron un promedio de 72 años. Los nacidos tras el cien a.C. nacieron, hasta entonces vivieron un promedio de 66 años.

Siempre y en todo momento me pareció un acierto que la historia en B.C. para comunicar. y en (antes y tras Cristo). Pues lo que su persona, Jesucristo, significa como hecho real y no únicamente como profesor, palabra o mensaje, es la irrupción de una fuerza opuesta al pecado por medio de los siglos, que piensa la única y verídica promesa de salvación para el hombre. Hombre. Antes de Cristo, como modelo de virtud, el hombre podía, en el más destacable de las situaciones, contestar a la ofensa con un castigo proporcional al castigo sufrido, o aun, en un caso heroico, con la no crueldad contra la crueldad. Pero, ¿quién podría querer a su enemigo? ¿Quién podría contestar a la maldición con bendición? ¿Quién podría devolver bien por mal, amor por rechazo o desamor?

Desde este criterio, esta es la enorme novedad que Jesús y por consiguiente el cristianismo aportan a la narración de la raza humana. El mal desata un desarrollo, una activa que se puede equiparar con una bola de nieve que medra sin pausas mientras que rueda por la pendiente, hasta el momento en que este «efecto de bola de nieve» por último barre y destroza todo a su paso. O sea malo en el momento en que se desata su poder. Pero en la historia Dios puso un límite a este poder mortal del mal y tiene por nombre clemencia. En este contexto tenemos la posibilidad de decir que Jesucristo trajo la clemencia divina al planeta ahora la raza humana, un asombroso y también inesperado principio de renovación y restauración a través del que avanza la historia.

25% genes, 75% modo de vida

Si en las ciudades mucho más longevas se aprecia un modo de vida (saludable) compartido, los estudios convocados por Rodríguez-Pardo y López asimismo mencionan a puntos externos como como, por servirnos de un ejemplo, la educación, los capital o el medioambiente. Estudios como los de la Facultad de Harvard y Tufts (EE. UU.), publicados en International Journal of Obesity, relacionan la longevidad con los horarios de las comidas. Particularmente, mencionó que si se come mucho más temprano se vive mucho más (para los apasionados, determinó que el horario ideal es el desayuno entre las 7 y las 7:30 a. m., el almuerzo entre las 12 y las 12:30 p. m. y la cena entre las 6 y las 6). :30 p. m.). El reposo es otro aspecto modulable que puede guiarte a vivir mucho más tiempo. Los especialistas charlan de ocho horas (nada más y nada menos), pero con salvedades.

Pero el 25% que es imposible cambiar y está escrito en el ADN semeja estar preciso por genes concretos sobre los que se conoce poco a poco más. Desde el momento en que se secuenció el genoma humano por vez primera a inicios del siglo XXI (en un emprendimiento que costó 300 millones de dólares estadounidenses y años de trabajo), el avance fué veloz y en este momento tenemos la posibilidad de charlar de una secuenciación económica (1.000 dólares estadounidenses). Según Miguel Lucas-Tomás de la Real Academia de Medicina, así como se expone en Longevidad y envejecimiento en el tercer milenio, en 2025 se va a poder secuenciar el genoma de todas y cada una la gente y se transformará en una suerte de archivo nacional de identidad médica. .

Combatir la desaparición con promesa cristiana

Como fatales, la desaparición es algo que penetra, algo que nos sobreviene. Más allá de que debemos buscar honrar las vidas y los cuerpos de nuestros prójimos y de nosotros, y buscar reparación por daños físicos, nada de esto nos deja trascender nuestros límites fatales.

La imagen del agua vertida fuera de nuestro alcance se utiliza en la Biblia para representar la desaparición misma. En un considerable alegato, una “mujer sabia” de un pueblo cerca de Belén confrontó al rey David diciendo: “Todos tenemos que fallecer; somos como agua que se derrama sobre la tierra y es imposible agarrar” (2 Samuel 14). :14). Somos vertidos como agua sobre tierra seca. Inútiles de parar el desarrollo, nos deslizamos por las fisuras y nos sepultamos en la tierra. Los intentos de liberarnos a nosotros (oa otros) de este fin son en balde.

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